Monday, June 29, 2009

This is what I want

Lo que me interesa de este video son los primeros dos minutos y medio.





Vi esta película hace ya algunos años. Creo que salió cuando estaba en la prepa. No me pareció la maravilla cinematográfica, pero me gustó. Por si no la ubican, se llama "Mona Lisa Smile", les recomiendo que la vean.

Francaamente, no pude evitar identificar un poco lo que vi en esta película con el ambiente que me rodeaba en ese entonces. El Yaocalli, una escuela para niñas, católica, tradicional y con un montón de mentes cerradas y sonrisas hipócritas. El mundo exterior se burlaba de nosotras, pues consideraban que nos educaban para ser niñas lindas que consiguieran un buen marido y nos dedicáramos a ser perfectas amas de casa. No niego que algo había de eso, pero, al igual que sus múltiples problemas, también tenía cosas muy buenas. Contra todo pronóstico, me dieron una educación académica bastante decente y me enseñaron a ver el mundo con otros ojos. ¿Quién diría que un lugar que albergaba a las mentes más cerradas de nuestra sociedad resultara ser la que me abrió a mí?

El Yaocalli fue un lugar de descubrimientos para mí. Ahí desarrollé mi mente crítica y me di cuenta de que el estereotipo de la "niña yaocalli" es tan falso y dañino como el de "porro de la UNAM", por decir algo. Ahí me di cuenta de que yo era la que seguía el estereotipo. Quería ser una mujer "independiente" y "realizada", es decir, no me quería casar, pues consideraba que era algo retrógrado. Un matrimonio me ataría a una casa y a una familia. Yo quería estar por encima de eso. Quería salir y comerme al mundo yo solita. Quería ser una "mujer liberada".

Cuando vi esta película, me llamó la atención esta escena en especial. Durante todo el argumento, yo seguía fielmente los pasos de Miss Watson. Era mi heroína, la mujer inteligente, fuerte y libre que se pelea con las reglas absurdas de una sociedad hipócrita. En muchos sentidos, es un personaje valioso. Sin embargo, la película también me mostró el otro lado. Miss Watson era libre, pero estaba sola. Ella misma se había negado la compañía de una pareja porque no tenía idea de cómo entregarse.

Ahora entiendo que ser inteligente, tener sueños, ideales y planes no necesariamente implica subestimar los de los demás. Ser libre no implica despreciar al matrimonio. Pensar no excluye sentir. El compromiso no es una atadura, al contrario.

Durante mi etapa en el Yaocalli viví la desaprobación de la gente que me veía perdida por ser diferente, por querer otras cosas. Ahora me pasa lo mismo, pero del otro lado. Hoy veo ojos, mis antiguos ojos, que me ven con cierta conmiseración. Hoy vivo la presión de ser una mujer católica, enamorada y convencida de que mi felicidad está en casarme y formar una familia. No he dejado de soñar, de pensar o de hacer planes, pero hay personas que lo ven así.

La diferencia es que ahora sé que mi camino no es el único. Cada quien debe encontrar su felicidad en su propia manera, no como los demás lo esperan. Ahora entiendo la elección de Joan: puedo ser lo que quiera. Esto es lo que quiero.


5 comments:

E.P.S. said...

Perdóname, mujer, pero yo no comparto tu misma experiencia en el Yaocalli.

Hasta que no salí de esa burbuja rosada no me di cuenta que yo tenía que convertirme en una infiel a la tradición para poder serle fiel...

No recuerdo con mucha alegría mi vivencia en esa escuela y tampoco metería a mis hijas ahí ni a mis hijos en el Cedros. Optaría por un Bachillerato Internacional, el Suizo o el Alemán. Siento que tienen mejor nivel académico y una percepción vital mucho más cercana a la realidad, o por lo menos una realidad que no les haga construir castillos en el aire.

En fin, creo que es distinta la experiencia de cada quien hasta en el mismo medio.

Emilia Kiehnle said...

Te recomiendo con todo el corazón que no los metas al Suizo. Todavía al alemán, pero el Suizo es horrible. Al menos yo no lo recuerdo nada agradable.

¿Sabes? Es cierto que el Yaocalli tiene mil y un problemas, mentes muy cerradas y mucha hipocrecía. Pero tienen la ventaja de que el ambiente no es tan agresivo. Y te lo digo con conocimiento de causa.

El Suizo fue un verdadero calvario para mí. Aprendí muchas cosas, pero muchas fueron malas. Aprendí a ser seca y sarcástica, a no confiar en nadie y a despreciar a los demás.

Ahora, después de algunos años, haciendo el recuento de mis experiencias en ambas escuelas, me de dado cuenta de una cosa: el "mundo real" no tiene por qué ser duro y cruel. El Yaocalli es tan real como el Suizo. La diferencia es que y yo hice a mis mejores y más queridas amigas en el Yaocalli, mientras que del Suizo no tengo contacto con nadie ya.

Y en cuanto a la Academia, te sorprendería ver lo bien que estamos nosotras en comparación con otras escuelas más "internacionales". No digo que seamos lo máximo, pero de verdad me llevé una experiencia muy buena del Yaocalli.

La realidad también puede ser hermosa, y soñar con castillos no tiene nada de malo ;)

Emilia Kiehnle said...

Pero bueno, el post no trataba de una apología al Yaocalli, jeje. Trata sobre una decisión, la cual es igualmente válida que cualquier otra, aunque no esté de moda en nuestros días.

Se vale abrirse a varias opciones, siempre y cuando al final escojamos lo que realmente queremos hacer en nuestra vida.

E.P.S. said...

Bien, no polemicemos sobre el Yaocalli.
(Tampoco opino que lo crudo y cruel sea el sinónimo de "mundo real". Mi opinión va por otro lado).

En fin, estoy de acuerdo con la toma de decisiones siempre y cuando haya conocimiento de causa.

Un saludo!

Alberto Tensai said...

Al final del día, es cuestión de inteligencia y madurez el saber aprovechar lo bueno de cualquiera que sea el ambiente en que vivamos.

Creo que es mérito tuyo, y no de ninguna escuela, el crecimiento de tu mente y tu persona. La capacidad de encontrarlas y la valentía para creer en tus propias respuestas definen la línea entre los borregos y los humanos, entre el seguidor y el emprendedor, entre el manso y el imparable.