Monday, July 30, 2018

En en interior





'I'm waiting for the call, the hand on the chest
I'm ready for the fight, and fate' -Woodkind


Es natural rechazar la guerra. La violencia no es algo bueno. Pero después de conocer a Juanjo y de escucharlo hablar incansablemente sobre la Ilíada, comencé a comprender un poco mejor la virtud humana que florece en los momentos de lucha. No es que la guerra en sí sea buena, pero sí hay cierta gloria en enfrentarla y lucharla. Hay virtudes como la valentía y la fortaleza que no conoceríamos de otra manera. 

Desde joven tenía la intuición de que la vida humana no puede ser pacífica todo el tiempo, al menos no aquí. Este mundo nos reta todo el tiempo. Lo curioso es la paradoja: la guerra se debe vivir en serenidad. La verdadera guerra siempre es interna. Lo que sucede afuera se conquista desde adentro. 

San Agustín también lo descubrió y lo expresa de maneras muy bellas. 

"Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé. Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera; brillante y resplandeciente, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti."

Tardé años en entenderlo, y sigo meditando sus palabras y encontrando nuevos significados, pero ahora comprendo la sensación. Entiendo que abrazar el dolor es posible cuando uno está en paz, porque la vida no es pacífica, pero el interior puede estarlo. 

"¿Qué obsesión tan rara tienen los católicos con el sufrimiento?" me preguntó un querido amigo una vez. No recuerdo exactamente qué le contesté en su momento, pero estoy segura de que fue algo sumamente intelectual. Hoy le contestaría algo más cercano a mi experiencia personal. Hoy le diría que el sufrimiento es inevitable, que dejar que las cosas "fluyan" o "decidir ser feliz" son expresiones en el fondo vacías e imposibles. El dolor está ahí, siempre lo estará. Huir de él lastima más que aceptarlo con los brazos abiertos. La clave es hacerlo desde la fe, desde un alma llena de gracia. Ahí está la dificultad, la verdadera lucha. 

Sentir dolor no es lo más difícil. Estar rodeado de obscuridad es relativamente sencillo (y, curiosamente, tentador). Ser luz en el abismo es lo realmente difícil. 

Ese breve instante de vértigo, esa arcada antes de sumergirme en el dolor... ése es mi punto débil, es cuando tengo la opción de rebelarme o de someterme a algo que sé más grande y mejor que yo. Ahí está la guerra. Y es ahí en donde temo perder.