Monday, October 31, 2011

Tree of Life



"There were two ways through life – the way of nature and the way of grace. You have to choose which one you’ll follow. Grace doesn’t try to please itself. Accepts being slighted, forgotten, disliked. Accepts insults and injuries. Nature only wants to please itself. Get others to please it too. Likes to lord it over them. To have its own way. It finds reasons to be unhappy when all the world is shining around it. And love is smiling through all things."

Terrence Malick, The Tree of Life

Wednesday, October 19, 2011

Mi nueva vieja camiseta

"Uno pensaría que en un seminario las cosas son diferentes, que todos nos tratamos como hermanos, pero la verdad es que no es así".

"Los muchachos vienen porque sienten la vocación, pero no quieren estudiar, no les interesa la filosofía."

"Aquí hay gente de muchos lados, y pues no todos se llevan los unos con los otros. Hay muchas rivalidades."

"No sé si es porque no he estudiado en otro lado, pero siento que éste no es un ambiente universitario."


Podría llenar un post completo con todas las frases derrotistas y negativas que he escuchado estos últimos tres meses. Desde que llegué a dar clases al seminario, absolutamente todos, desde el director de la facultad, los alumnos y demás profesores, no han dejado de quejarse de lo mal que están las cosas. Y lo que es peor: todos culpan al otro. Nadie hace nada por mejorar el ambiente, sino que se tiran entre todos.

Cuando entré a dar clases me invitaron a la primera asamblea de profesores del año (a la fecha sigo esperando la "segunda"). Ingenuamente, pensé que ahí iba a conocer a todos los demás. Si fuimos cinco, éramos muchos. El director de la facultad nos pidió nuestro apoyo y participación en las actividades del instituto, que impulsáramos a los jóvenes en los estudios filosóficos, que les mostráramos la importancia de los mismos para la teología... Nos pasaron un calendario con las actividades del semestre. Todos asentían y comentaban que teníamos que fomentar el estudio y la unión, empezando por los mismos profesores, etc. Fue una reunión que me hizo sentir responsable y que me dio ánimos. Quise ponerme la camiseta, pertenecer a esta nueva institución e impulsarla, y me sentí a gusto al pensar que había más que pensaban como yo.

Eso fue en agosto. Acaba de ser el Día del ISEE, es decir, el día especial en el que se celebra el aniversario del instituto. Se nos había pedido a todos los profesores que asistiéramos y que participáramos en las actividades con los estudiantes. Ese día se me complicaba, pero no me importó, dejé todo para estar, pues me había comprometido desde que acepté el trabajo. Llegué a la misa en la capilla y me sorprendió darme cuenta de que yo era la única de los profesores de filosofía. Bueno no, también estaba la de italiano, pero se fue temprano.

Pasé toda la mañana con los estudiantes. Me sentía como el frijolito en el arroz; un puntito rosa mexicano (el color de mi suéter) en medio de sotanas y sacos negros. Fui al concierto, a la presentación de la sociedad de alumnos, a los torneos de básket y fútbol, comí con ellos, canté y aplaudí cuando llegaron los mariachis... y todos me preguntaban con sorpresa cuando me veían: "¿se va a quedar a todo, profesora?".

Ayer en la mañana me llamó muy preocupado el director de la facultad para preguntarme por qué había ido al instituto. "¿Necesitaba algo?", me preguntó con su acento italiano. "No, fue el Día del ISEE", contesté desconcertada. "¡Ah, es verdad!", dijo el director. "Es que yo no la vi ahí, como yo no fui...". Francamente, no supe qué contestar.

Me pregunto si se darán cuenta de que el "ambiente" del que tanto se quejan todos lo están haciendo ellos solitos. El día de la celebración, después del concierto, uno de los miembros de la sociedad de alumnos se acercó con los músicos a regalarles el Anuario Filosófico del ISEE, un libro con artículos de filosofía hecho por profesores, alumnos y ponentes externos. Uno de mis alumnos, sentado a mi lado, se tapó la cara con vergüenza y se empezó a burlar de la situación. Yo me volteé, lo miré molesta y le dije:

-¿Por qué te da vergüenza?, es lo que ustedes hacen.

Él me vio extrañado y me dijo:

-Porque es muy aburrido, hasta a mí me da flojera leerlo.

-¡Pero es lo que ustedes hacen! Ellos hacen música y se las comparten; ustedes hacen filosofía y teología, lo más lógico es que la compartan también.

Se quedó en silencio unos momentos y luego me dijo:

-He notado que tienes opiniones muy positivas y muy firmes al respecto de muchas cosas.

-¿Y eso qué tiene?

-Pues que es muy raro, no es lo común. Si sabes eso, ¿no?

No pude evitar sonreír.

-Pues precisamente aquí no debería ser raro.

Él se rió.

-No me vengas con eso- se quejó. -Los seminaristas somos humanos también.

-Y precisamente por eso están llamados a algo más.

Después de eso se quedó callado un rato. No volvió a burlarse de nada.


Causé conmoción ese día sin saberlo. Hasta el final capté lo extrañados y sorprendidos que estaban todos por el hecho de que me había quedado. También debo reconocer que los muchachos de la sociedad de alumnos se pusieron mucho las pilas. Se nota que ellos también quieren cambiar la situación. Cuando llegaron los mariachis, escuché a un alumno decir: "este es el mejor Día del ISEE en el que he estado".

Alguna vez un amigo escribió en un post que las instituciones no pueden esperar que su gente quiera ponerse su camiseta si se les da una que está sucia y fea. Es curioso, pero yo estoy enamorada de esta vieja camiseta, medio sucia y raída. No me asusta esta mugre, porque sé que en el fondo a los demás tampoco, y que se la quieren limpiar. Quiero usar mi vieja camiseta, y por eso intento lavarla y remendarla. Espero, algún día, lucirla con sus colores originales.






Tuesday, October 04, 2011

Deslumbrada

Ya no hay tiempo para escribir. Es como decir que ya no hay tiempo para amar. Y a veces me pasan esa clase de frases por la mente, mientras sigo con la cabeza hundida en la pantalla de la computadora.

Mi tiempo se resbala, como arena, como si me lo estuvieran robado los hombres grises de Momo. Pero en realidad no es culpa de nadie más. Yo soy la que me diluyo entre obligaciones auto-impuestas, cansancios, ojeras, estrés y pensamientos como "debo ser responsable", "ahora soy un adulto", "construir siempre cuesta trabajo", y cosas así. No estoy comprendiendo de qué trata la vida. Mal vivo mi presente esperando vivir en un futuro. Y ese futuro nunca va a llegar, porque no existe.

¿Realmente necesito todo esto, o es mera ambición? Me acusaba de floja. Ahora me acuso de miope. No ciega, porque sé distinguir bien el color del oro verdadero, pero reconozco que me deslumbró su reflejo. Y, finalmente, el oro es sólo otro frío metal...



Wednesday, May 11, 2011

Dolor

Me duele el corazón y me hierve la sangre. Ya no soporto este mundo cobarde y decadente que me rodea. No soporto el miedo y la mirada negra de tanta gente a mi alrededor... pero sigo teniendo esperanza, porque sé que hay algo más y porque sé que los cobardes y los pesimistas, en el fondo, también desean ver la luz.

Friday, April 22, 2011

Sobre el sufrimiento


"No creo que Dios quiera exactamente que seamos felices, quiere que seamos capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y yo sugiero que precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos; porque somos como bloques de piedra, a partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura de un hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen más perfectos."
Clive Staples Lewis


Cuando no era católica criticaba mucho la noción cristiana del sufrimiento, porque no la entendía. Hoy esa misma crítica ciega me llega desde muchos lados y, aunque la comprendo porque yo también la viví, cada vez me parece más lejana.

La diferencia es sutil y a la vez profunda. Los católicos no queremos sufrir ni lo buscamos. Sencillamente lo aceptamos y le damos un sentido. Es inevitable sufrir; es imposible no hacerlo, porque no es algo que dependa de nosotros (a menos de que nos aisláramos completamente del mundo, de todo deseo y de toda persona). Por eso, nuestra salida es enfrentarlo. No nos cerramos a él, sino que lo sentimos para superarlo, pues sabemos que hay algo más por lo que vale la pena sufrir: el amor.

El amor implica sufrimiento, porque para amar y ser amado es necesario estar abiertos, y al abrirnos nos exponemos a ser lastimados, a sufrir. Sin embargo, el sufrimiento se vuelve irrelevante cuando se ama verdaderamente. Se siente, pero deja de doler tanto, porque uno no se queda en él; lo trasciende.

Es paradójico, pero entre más se huye del dolor, más se siente. Cuando estamos concentrados en evadirnos para no sufrir, es cuando más solos nos quedamos en el fondo.

El sufrimeinto es inevitable, pero podemos hacerlo pasajero, siempre y cuando no nos quedemos atrapados en él.

Tuesday, March 29, 2011

Cuando el tiempo va más lento


Me siento extrañamente aletargada, pues aunque mi mente inquieta no deja de pensar cosas, en la vida real los minutos pasan y el reloj no me dice gran cosa. Si el tiempo es la medida del movimiento, entonces mi tiempo va más lento. A veces tanto que se vuelve irrelevante. Paty llega con la bandeja de la comida o del desayuno, mi mamá con las inyecciones diarias, la noche con su paz y fresca calma... Esos son mis indicadores. Mido mi vida a través de los momentos en los que interrumpo mi trabajo o mi soledad para comer o para ser atendida por alguien.

Extrañamente, ya me estoy acostumbrando a esto. Me pregunto si mi vida regresará a como era antes en cuanto el doctor me dé de alta. ¿Estos días de resignamiento a la inmovilidad no repercutirán en algo en mí, en mi forma de ser y de vivir? ¿Será tan sólo uno de esos períodos que pasan por la vida de alguien sin representar una importancia notoria?

Podría ser, pero si fuera así entonces no estaría escribiendo sobre esto. Las experiencias nos cambian cuando decidimos hacerlas relevantes en nuestra vida. Y al parecer estos diez días en cama son parte de cuatro años de enfermedad que me han hecho replantear y pensar mucho lo que quiero hacer con mi vida.

Wednesday, March 23, 2011

Mientras pueda seguir volando


He pasado días intentando hacer las cuentas, pero ya no puedo recordar desde hace cuánto tiempo no encuentro palabras para dirigirme a ti. Es como si hubiera una pared invisible que distorsionara el mensaje que quiero dar. O tal vez nunca sale bien de origen, en realidad.

Me pregunto, ¿te pasará a ti lo mismo? ¿Tú también ves en mis ojos esa lejanía, esa incomprensión? ¿También te carcomen la desesperación y la duda de si será que tú ya no sabes hablar, o yo ya no sé entender?

Al menos eso me consolaría, porque significaría que aún tenemos algo en común.

Construcciones de papel


Al amor que trazamos con cuidadosas pinceladas durante años de pasión, sueños e inocencia, lo mataron con palabras. Fue demasiado fácil, pues peores que las balas son los juicios.

La punta de la pluma que razgó el papel, también atravezó el pequeño corazón del pájaro. Hoy, ese órgano diminuto que sabía latir hasta veinte veces por segundo, chorrea de tinta negra. Es una tinta amarga y oscura como noche sin luna; oscura como la decepción y el olvido.

Y, a pesar de todo, el adolorido pajarito sigue intentando volar.

¿Será necedad? ¿Será masoquismo?

Tal vez es sólo consciencia de la propia naturaleza. Tal vez el pájaro sabe que el dolor es parte del amor de este mundo, pero que no lo es todo. Y que, al final del negro túnel, simpre hay luz.

Tuesday, March 22, 2011

Humanidad



Acostada en mi cama alcanzo a ver las jacarandas desde mi ventana. Llamativos manchones de lila que poblan el paisaje y que anuncian con su presencia la llegada de la primavera. Me alegran un poco la vista, pero también me amargan el ánimo. El sol las alumbra, coquetas y vanidosas, rodeadas de pájaros que trinan como cualquier otro día... y siento tentación de envidiarlas. Podría envidiar su color brillante y llamativo y su aparente calma, meciendo sus hojas plácidamente al suave viento. Envidiarlas porque no sufren estando ahí, plantadas en el mismo suelo de siempre, porque por su misma naturaleza saben estarse quietas, porque no desean otra cosa que el sol y el agua de la tierra.

No llevo más de cinco horas acostada y ya me carcome la desesperación. Recuerdo haber sido floja alguna vez. Sé que en algún otro momento de mi vida esta situación se me antojaría incluso amable. Pero no hoy. Hoy me siento confinada a un reposo involuntario, a una inutilidad que me hace sentir vulnerable.

Tranquilidad que abruma y enloquece. Miembros adoloridos y adormecidos por el reposo, anclas terribles de una mente inquieta y de un espíritu que siente que le cortaron las alas.

Confío en que no durará, y esto me consuela. Por eso dejo de envidiar a las jacarandas y sonrío con desdén ante su despliegue de belleza, porque aunque guapas, quietecitas y sin deseos insatisfechos, no son capaces de la esperanza.

Thursday, March 17, 2011

Cuando la materia y el espíritu se encuentran



Me siento extrañamente etérea, tibia, pensativa, lejana...

No sabría decir si es un estado de placidez, sopor, comodidad o mera indiferencia.

No... no puede ser indiferencia, pues me gusta estar aquí, envuelta en esta efímera tranquilidad.

Es un estado de ánimo que podría describir como "suavidad de espíritu", como si al alma se le pudiera acariciar como a un gatito acurrucado en el regazo.

Tuesday, February 22, 2011

Influencias

De niña soñaba que me convertía en un cisne. No en uno negro, como los que están de moda hoy en día, sino en un cisne blanco. Y que flotaba en el agua oscura y fría. Y que podía volar.

La primera palabra que aprendí a escribir fue "Odette". La primera pieza que pedí escuchar más de diez veces seguidas fue del ballet del Lago de los cisnes. El primer cuento que me hizo llorar fue el patito feo. Mis primeros dibujos libres fueron de sirenas, cisnes y atardeceres. Algo deformes, pero me esforzaba.

El primer vestido que le pedí a mi abuelita fue el de la Bella Durmiente. La primera narración que pude leer completa fue la de Pulgarcita. Mi primera película en el cine fue la Sirenita. Mi primera vocación fue la de bailarina.

Y todo esto ocurrió antes de cumplir los seis años.

No sé cómo ocurrió, pero aparentemente Tchaikovsky y Hans Christian Andersen tuvieron un papel muy importante en mi formación temprana.

Thursday, January 27, 2011

Saturday, January 01, 2011

Más allá de Terramar

Es difícil regresar a la realidad después de tantos días de evadirla. Y de qué manera, tan dulce, tan entregada, tan real...

Aún no puedo evitar el ensueño, la vista perdida, el silencio exterior lleno de ideas interiores. Y me pregunto, ¿cuál es la realidad real? ¿Cuál es la que quiero vivir? Quiero sentir esta pasión, este deseo, esta hambre de vida y estas ganas de crear sin límites... pero en el mundo de carne y hueso, el mundo en el que realmente puedo hacer las cosas, el mundo de Dios y de los hombres. El mundo en el que estás tú, en el que a veces me consumo y que a veces no me satisface.

¿Por qué es tan difícil tener ambas cosas? ¿Por qué disfrazo mi realidad con fantasías irrealizables o con altas dosis de realismo insatisfactorio?

Quiero a los magos, a los dragones, a la magia... Quiero ese sentimiento de olvido de mí misma y del mundo que me rodea cada vez que escucho música, que leo un libro, que escribo un cuento. Cada vez que miro al cielo. Lo quiero en mi vida real, no en los sueños. Quiero esa sensación de apartamiento, de que veo todo el mundo desde arriba, desde un escalón de confianza, seguridad y certeza. Pero la vida real no es así, al menos no del todo.

Pienso que es como los dos lados de un péndulo, y yo he vivido en ambos extremos. Pero también recuerdo vagamente haber vivido en el centro. Recuerdo haberme enamorado de mi vida. Me maravillaba todo lo real, lo tangible. Me enamoré de ti, de Dios y de mis propias experiencias. Vivía, ya no soñaba, con certeza y seguridad. Y nunca sentía miedo, salvo cuando pensaba en la muerte.

Hoy pienso demasiado en la muerte y me evado con una realidad que no me alimenta, sino que me consume. Antes buscaba la soledad de mis pensamientos y de mi imaginación, pero hoy le huyo al silencio, hoy deseo el barullo de la gente a mi alrededor. Y este “hoy” comienza a ser pasado.

En este preciso instante, mientras escribo con estas teclas, me siento libre de espíritu, me siento real y al mismo tiempo irreal. Siento que estoy llamada a algo más, pero acepto el lugar en el que me muevo, en el que veo mis manos de carne y hueso con una cierta extrañeza, como si no fueran mías, como si fuera un sueño, pero con la consciencia de que no es así.

Hoy, en este hoy verdaderamente presente, vuelvo a sentir esas mariposas en el estómago. ¿Estaré volviendo a la vida? Y todo se lo debo a unas deliciosas páginas que me recordaron que después de la oscuridad, siempre hay luz. Gracias, Javier.