Tuesday, June 02, 2009

Heryk y Veilaug

A petición de mi buen amigo Tensai, les presento uno de los fragmentos que tengo sobre la novela que llevo escribiendo gran parte de mi vidam, para que conozcan a dos de mis personajes.

Pienso ponerme al corriente con este proyecto durante el verano, así es que es posible que pronto les toque leer más al respecto. Espero que les guste.



Heryk reunió valor y entró en la gruta con la shangana desenvainada. Algunos hombres, entre los que se encontraba Gian, lo siguieron sin dudar, pero la mayoría tuvo que esperar la enérgica orden de un Serle gruñón para convencerse del todo.

Adentro el aire era húmedo y denso. Heryk usaba la shangana como bastón para reconocer el terreno conforme la luz disminuía a sus espaldas.

-Esto es una locura- dijo Serle. –Si no logramos iluminar el camino de alguna forma, acabaremos dando vueltas hasta perdernos.

Heryk no le hizo caso, pero tuvo que detenerse al sentir el camino bloqueado. Serle se acercó y golpeó con su espada a la roca que les impedía seguir.

-No hay salida- gruñó malhumorado.

-¿Y ahora qué hacemos?- preguntó Gian en la oscuridad.

-Pues regresar, ¿qué otra?- contestó Serle.

Un montón de hombres asustados se dispusieron a salir aliviados, pero Heryk no se movió de su lugar. Estaba seguro de haber oído algo, pero por más que aguzaba el oído, con tanto movimiento de armaduras era imposible escuchar algo. Los últimos ecos de las pisadas metálicas se dejaron oír al final del angosto túnel. Entonces el guerrero guardó silencio durante unos segundos y se convenció de que no había nada en esa oscuridad profunda.
"Tal vez era sólo un murciélago", pensó.

Se dispuso a reunirse con sus compañeros, cuando un resplandor rojizo invadió el ambiente de un solo golpe. Heryk se puso en posición de combate, pero pronto se dio cuenta de que la luz provenía de sí mismo. Extrañado, metió la mano debajo de su armadura y abrió la camisa con cuidado. Sacó el amuleto escarlata que irradiaba una luz brillante y la sostuvo asombrado. Miró a su alrededor, pero sólo pudo ver piedras húmedas e inertes. Sin embargo, la roca que bloqueaba el camino era diferente. Parecía más oscura que las demás y no presentaba rastros de humead alguna.

Heryk se acercó y puso su oído en la superficie fría y áspera. Había algo dentro de esa piedra. Algo vivo.

El príncipe se alejó unos pasos para tener una visión más amplia del túnel. Entonces se frotó los ojos con la mano que tenía libre: ¡la roca acababa de parpadear!

Súbitamente, el piso empezó a temblar y la roca comenzó a moverse.

-¿Qué demonios fue eso?- exclamó Serle desde la boca de la gruta.

Heryk se echó a correr por el túnel a todo lo que daban sus pies. Con la ventaja de la luz, logró alcanzar a los demás en cuestión de segundos.

-¡Un dragón!- gritó al llegar a la salida.

Inmediatamente todos los hombres se prepararon para pelear, pero Serle tomó a Heryk de un brazo y se puso a correr.

-¡Corran todos! ¡Es imposible matar a esa bestia entre la maleza!

Nadie se hizo del rogar y todos los hombres emprendieron la huida. Heryk tropezaba con las platas y las raíces, pero Serle lo sostenía firmemente, arrastrándolo por la selva.

Algunos hombres aprovechaban la espesura para esconderse, pero Heryk y Serle llegaron hasta el campo abierto, confiados de que los demás los seguían. Gian logró darles alcance bufando como un toro.

-¡Qué pésima condición, soldado! Cuando regresemos me voy a encargar personalmente de tu entrenamiento.

-Si es que regresamos- dijo Gian casi sin aliento.

-¿Dónde están los demás?- preguntó Heryk buscando a su alrededor.

-No lograrán llegar a tiempo- repuso Gian señalando los árboles. –Ahí ya viene el dragón.

Efectivamente se veía una mole gigantesca entre los árboles. Soltó un rugido estridente y agudo que los obligó a taparse los oídos y extendió sus enormes alas negras.

-En toda mi vida, jamás he visto a una bestia semejante- dijo Serle sorprendido.

-Lo mejor será buscar refugio- propuso Heryk.

-Yo estoy de acuerdo contigo, amigo. Esos cobardes no piensan ayudarnos.

-Y yo no los culpo- dijo Gian mientras se echaba a correr hacia el bosque. Serle y Heryk lo imitaron.

El dragón logró salir a campo libre y soltó una bocanada de fuego ardiente. Heryk se tiró al piso para evitar la flama. Cuando levantó la cabeza, vio que Serle y Gian habían logrado resguardarse detrás de unas rocas a unos cuantos pasos de donde él se encontraba. Volteó la cabeza lentamente y se encontró con una bestia de tamaño descomunal. El guerrero no movió ni un músculo, confiando en que la vista del animal era tan mala como correspondía a su especie, pero este dragón negro no parecía ser tan despistado. Agachó su cabeza y lo miró fijamente con sus ojos de color violeta. Heryk se sorprendió al sentirse traspasado por esos ojos. No parecía la mirada de un dragón. Era una mirada humana.

De pronto, el amuleto de Heryk comenzó a brillar con una intensidad impresionante. El dragón cerró los ojos deslumbrado y el guerrero aprovechó el momento para refugiarse con sus compañeros. El animal se recuperó pronto y después de mirar a su alrededor una última vez, se alejó volando sin que nadie se atreviera a impedírselo.

3 comments:

Nerea said...

Wow, sabía que tenías la novela, pero es maravilloso ver un pedacito y ser transportada a ese mundo que en tu mente es tan claro y para nosotros un misterio (porque aunque lo haya leído alguien más, dudo muchoque se lo imaginen tal cual al pie de la letra de como lo imaginas tú). Gracias por compartirlo =D

Unknown said...

Me gustó bastante jeje. Me imaginé a Gian como un Gimli pero más grande jaja. Suerte con este proyecto, yo estoy también ocupado en el mío. Saludos Milo, te cuidas.

Alberto Tensai said...

Vaya, siempre me gusta leer algo de dragones y caballeros que, a pesar de lo choteado del tema, esté tan bien tratado que me resulte interesante :)

Interesante es poco jaja me dejaste picado!