Friday, January 23, 2009

La ferapupra

Al pequeño laniparino le daba miedo la ferapupra. Era espantosa y tenía muy mal carácter. Hasta su nombre sonaba feo. A ella no le gustaban las aventuras y los deportes extremos. Prefería quedarse todo el día sentada, observando a los juguetones laniparinos con desaprobación.

La mayoría no le prestaba atención, pero el pequeño laniparino de pecho rojo no era más grande que la cabeza de un alfiler y se sentía cohibido por la feroz mirada de la ferapupra. Era tanto el temor que le causaba, que a veces incluso tenía pesadillas con ella. Soñaba que era un gorgodonte enorme y peludo que se lo quería comer.

Ese día el laniparino decidió no tirarse al vacío. Se escondió detrás de un grano de mostaza y esperó a que la ferapupra se marchara. Siempre habría otro rayito de sol por el cual deslizarse.

4 comments:

Zoon Romanticón said...

Bien escritos... aunque, definitivamente, deberías pensar en abandonar los psicotrópicos, jajaja... just kiddin'. Love ya!

Emilia Kiehnle said...

Jajajaja! Gracias, creo...

Alberto Tensai said...

Precisamente estaba pensando "¿qué diablos se está fumando esta mujer?" jajajaja.

Pero bueno, seguro que Tolkien también fumó mucho de esa cosa que has empezado a consumir durante la creación de la Tierra Media... Aunque quizás él consumía otra marca.
La que tú estás usando seguro la usaba también Roald Dahl: Oompa-loompas, laniparinos... jajaja

Unknown said...

Era un laniparino muy sensato, sabía muy bien que sólo los granos de mostaza podían alejar a la horrorosa ferapupra.
jajaja