Sunday, June 15, 2008

Una vida en un trayecto (Segunda parte)




Las notas del piano volvieron a sonar. Ya no venían de aquel piano blanco de cola, sino de uno un poco más pequeño y viejo. Sin embargo, la intérprete aún era la misma. Virginia movía sus dedos con mayor suavidad y lentitud, pero sin haber perdido su agilidad. Era unos años mayor, con lo rasgos finos, pero marcados y unos ojos vivos y despiertos. Su cabello seguía siendo igual de hermoso, pero ahora lo llevaba atado en una trenza un poco despeinada y algunos cabellos le caían por delante de las orejas. Ya no llevaba su vestido blanco, sino que una sábana la cubría de la cintura para abajo, dejando sus hombros, pecho y espalda desnudos. Su cuerpo y su alma eran los de una mujer y, aunque ya no vivía en el enorme caserón de su infancia, el extraño personaje de la ventana se las había ingeniado para dar con ella. Se acercó y puso una mano en el hombro de Virginia. La joven, sin dejar de tocar, sonrió ante el cálido contacto del muchacho. Seguía siendo igual que cuando lo había visto por primera vez; su cabello despeinado, el sombrero de copa y su bastón.

-¿Esta vez también me llevarás a bailar?- preguntó sin despegar la mirada de las teclas, pero el extraño personaje siguió escuchándola sin contestar.

La melodía flotaba en el ambiente como el recuerdo de su primer encuentro, pero, por alguna razón, no se sentía igual. Había un cierto dejo de nostalgia que lo cambiaba todo.

La casa en donde se encontraban era mucho más pequeña, pero más cálida que la anterior. Era toda de madera, con los muebles mucho más sencillos y pocos adornos. El piano en donde tocaba Virginia estaba en la sala, donde había una ventana adornada con macetas de flores rojas que daba al mar. A un lado había una pequeña chimenea de piedra y más allá estaba la puerta sencilla que daba a la cocina. Del otro lado estaban las estrechas escaleras y la entrada de la casa, de la cual salía un camino marcado en la hierba verde por las llantas de un coche. Era un lugar hermoso, solitario y tranquilo.

-¿No bailaremos esta vez?- insistió Virginia.

El extraño personaje permaneció en silencio y se quitó los guantes blancos de las manos. Entonces pasó con suavidad uno de sus dedos por el cuello de la joven y tocó su espalda desnuda.

Virginia sintió el contacto en su piel, pero siguió tocando como si nada hubiera sucedido. Después el extraño muchacho se sentó en una silla a un lado del piano y miró por la ventana. Vio el azul del mar y luego se fijó en las flores rojas de las macetas: estaban abiertas y resplandecían al sol.

Entonces se oyeron unos pasos amortiguados por la música y pronto apareció una persona bajando por las escaleras. Era un hombre joven, muy atractivo, con el cabello castaño y la piel bronceada. Traía puesta una bata y bostezaba y restiraba como si se acabara de levantar. Al llegar a la sala miró a Virginia con una sonrisa, se acercó a ella por detrás y se agachó para darle un beso en la mejilla. No se fijó en el muchacho que seguía sentado a un costado del piano y se dirigió arrastrando los pies a la cocina.

-Parece un buen hombre. ¿Te trata bien?- preguntó el joven.

Virginia sonrió y asintió sin levantar la mirada. Su voz era tal y como la recordaba, a pesar de los años.

Los dedos de Virginia seguían moviéndose sobre el teclado y el muchacho los veía como hipnotizado. Entonces alargó una mano, abrió un poco la ventana y arrancó una de las flores rojas de una de las macetas. Se paró con tranquilidad y la puso en los negros cabellos de la joven.

-Sólo vine a visitarte, pero veo que estás bien. Hoy no bailaremos porque he escuchado cómo tocas y sé que ya no me necesitas.

Las notas murieron lentamente conforme Virginia iba terminando hasta que sólo hubo silencio. El muchacho tomó una de sus manos y la besó con suavidad. Ella lo miró a los ojos y sonrió. Entonces él desapareció.

4 comments:

Zoon Romanticón said...

¡La que sigue, la que sigue!

Es interesante cómo, aun en la esperanza, la nostalgia pinta tus letras...

Emilia Kiehnle said...

Esto lo escribí hace más de cuatro años. Ahora, bajo mi lupa actual, le haría unos cambios, pero quise respetar lo que hice tal cual está.

Alberto Tensai said...

Me gusta más esta segunda parte que la primera. Quizás sea la ausencia de tantos elementos Disney...

Y ya hizo que me surjan dudas (curiosidad, pues) de la historia pero no diré nada porque aún falta más y sería muy impaciente comenzar a lanzar preguntas jaja.

E.P.S. said...

Me gusta que el siguiente capítulo trate del mismo personaje, pero más avanzado en edad... le da un giro interesante a la historia. ¿Podría ser acaso la percepción de la fantasía en las distintas edades? En el post anterior, ella baila en un bosque encantado, en medio de duendes y hadas. Ahora que a es adulta, la fantasía no la abandona tampoco, pero no la invita a bailar...

Muy bien, mujer. Estoy impaciente de seguirte leyendo.

De verdad... ¡qué bueno que regresaras a la pluma!

Salud por tí!