Thursday, September 25, 2014

Vanidad

"Aun cuando lo hacen bien, los cristianos deben evitar la tentación de aparentar, de hacerse ver."


Como el Papa Francisco es todo un rockstar, no es difícil encontrar sus homilías publicadas mil veces en las redes sociales. Si debo ser sincera, rara vez le presto atención a esas publicaciones porque son demasiadas y porque suelen ser bastante cursis (no por culpa del Papa, sino por la interpretación que le dan).

Sin embargo, hoy me dio curiosidad una nota que hablaba de su homilía de hoy sobre la vanidad. En ella, Francisco no se limitó a criticar la hipocresía cristiana (la típica crítica del que se da golpes de pecho y presume que es muy bueno, pero no tiene una relación real con Dios ni busca hacer el bien), sino que también se puso a hilar fino y encontró otro huequito peligroso por el cual la vanidad puede carcomer nuestras almas: el reconocimiento externo de cuando de hecho hacemos algo bien.

Me llamó la atención porque es algo que en lo personal me preocupa. Es muy agradable que a uno se le reconozca la bondad, y a veces uno puede caer en el deseo de hacer algo bueno no por el acto en sí mismo, sino por la aprobación social que genera. 

Lo he sentido, incluso en los peores momentos de mi vida, incluso con el dolor de la muerte de José Miguel y de mi intenso deseo de ampararme en Dios y de fortalecer mi alma verdaderamente. Entonces llegaron las voces: "¡Qué admirables son Juanjo y tú!, yo no podría", "¿Cómo le hacen? Se nota que están muy unidos", "Son un ejemplo para todos nosotros"...

Mi instinto principal al escuchar esta clase de cosas fue rechazar el mérito (porque, de verdad no es nuestro mérito; esa paz definitivamente no vino de nosotros). Pero, poco a poco, la imagen de la heroína (de la "santa", como le gusta decirme al Oso), empezó a tentarme. Y me di cuenta de que está mal. Empecé a querer ser fuerte no por la fortaleza misma, no por el amor a la vida y la confianza en Dios, sino porque empecé a querer "ser ejemplo" para otros. Eso es vanidad. Y es de la peor, porque es fácilmente ocultable, porque hay acciones que "respaldan" el reconocimiento y que te hacen creerte tu papel de importancia. 

Finalmente, caer en eso te quita todo lo bueno que podías tener. Creer que "eres fuerte" te hace olvidar que la fortaleza es una virtud que tienes que cultivar todos los días y que para eso debes ser humilde. Entonces vuelve a llegar el dolor, y te encuentra desnudo y sin preparación. Los golpes de realidad nos recuerdan lo frágiles y débiles que somos; nos recuerdan la necesidad de reconocer que nuestra bondad no depende enteramente de nosotros. De eso se trata ser cristiano. 

No comments: