Me siento extrañamente etérea, tibia, pensativa, lejana...
No sabría decir si es un estado de placidez, sopor, comodidad o mera indiferencia.
No... no puede ser indiferencia, pues me gusta estar aquí, envuelta en esta efímera tranquilidad.
Es un estado de ánimo que podría describir como "suavidad de espíritu", como si al alma se le pudiera acariciar como a un gatito acurrucado en el regazo.
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