Tuesday, August 31, 2010

Aunque aún sienta miedo




"El trabajo puesto en manos de Dios no es inútil".

Es una frase que escuché decir al padre en misa este domingo. Es algo muy sencillo, incluso aparentemente obvio para los creyentes. Sin embargo, en ese momento a mí me hizo un sentido terrible.

Después de trabajar tanto y de recibir tantas críticas y muestras de desconfianza y conmiseración (principalmente por parte de personas que me quieren y se preocupan por mí), uno comienza a dudar, a temer y a desanimarse. Es difícil emprender, pero no tanto por la dureza de las circunstancias ni por los sacrificios, sino por no poder saber a ciencia cierta si los esfuerzos tendrán realmente una recompensa o si al final resultarán inútiles. El miedo al fracaso es uno de los temores más corrosivos y recurrentes que he tenido que enfrentar, y en gran medida ha sido por decisión propia.

La única manera que he encontrado para matar ese miedo, es la fe. En este caso cito una frase que mienta a una fe religiosa: si creo en Dios y en la Providencia, entonces tengo la seguridad de que todo mi esfuerzo está siendo considerado por Él, aunque no tenga frutos visibles para mí. Es una idea consoladora y esperanzadora, pero no es el único modo de fe que sostiene empresas como las que he tomado. La fe en las personas, en mis amigos, en mi propia determinación... todo eso cuenta, todo eso es indispensable para seguir adelante.

Sinceramente esta frase que cité es lo único que recuerdo del sermón de aquel día, pues significó tanto para mí que dejé de prestarle atención a lo demás. Al escucharla entendí que con fe se puede todo. Suena trillado y tal vez exagerado, pero no estoy hablando de una fe cualquiera, pues si pretendo que mi fe pueda con "todo", entonces tiene que ser una fe omniabarcante. No sólo tener fe en Dios, sino también en todo lo demás, especialmente en mí.

"Las ataduras están sólo en tu cabeza", me dije a mí misma mientras rezaba ese día. Nada me detiene, más que mis propios miedos, mi angustia, mi cobardía, mi comodidad. Nada me detiene más que yo, y la fe también cura eso.

Por un breve instante sentí que tenía el mundo de posibilidades infinitas a mis pies. Por un instante sentí la plena certeza de que puedo hacer cualquier cosa, por más imposible que parezca. Fue un momento de gracia que, desafortunadamente, no sigue tan presente ni con tanta intensidad en mí. Pero la idea sigue existiendo en mi mente y sé que es verdad, aunque aún sienta miedo.

3 comments:

Alberto Tensai said...

Tu post me hizo el día :D

¡Vamos con todo, jefecita! Pero antes que eso, amiga mía.

Emilia Kiehnle said...

Me da gusto haberte animado, sé que es una idea que te gusta, la de eliminar la "basura".

Y por supuesto, antes tu amiga que tu jefa :P

Alberto Tensai said...

También me gusta la esperanza en que las cosas saldrán bien si uno cree que lo harán, al tiempo que trabaja para ello.

Es una seguridad que nace en nosotros y nos hace más efectivos :)