Saturday, December 26, 2009

Signos visibles



Como bien saben los que me conocen, tengo problemas con el sacramento de la confesión. Creo en ella, la entiendo, me gusta la idea teórica... pero me cuesta un trabajo enorme confesarme en la práctica. No es que no quiera que un sacerdote escuche mis pecados; no es por vergüenza. Es, más bien, porque no siento que el sacerdote pueda dedicarme suficiente tiempo para profundizar en lo que quiero confesar. Juanjo dice que debo pensar que es Dios el que me está perdonando, no el ministro. Es Dios el que entiende la profundidad de mis acciones y el sacerdote no tiene que entenderlo a la perfección, pues él es tan sólo un instrumento.

Con esto en mente, decidí confesarme hoy. Previsoramente, me formé en la cola antes de que empezara la misa, para no perderme mucho. Sin embargo, las personas tardaban mucho en salir. Cuando llegó mi turno, entré y me hinqué en la celosía, pero el padre me dijo que tomara asiento en frente de él. Era un viejito que a penas y podía oír y que hablaba muy bajito. Me preguntó mis pecados, me escuchó atentamente y después comenzó a hablar. Me platicó anécdotas, me contó chistes que me hicieron reír, me preguntó un montón de cosas y me aconsejó otras tantas.

La misa transcurría afuera del confesionario, mientras que el simpático padre se tomaba todo el tiempo del mundo conmigo. Sin que yo lo notara, el hombre me dio toda una cátedra de teología. finalmente, me dio la absolución, me dio la mano y salí radiante y alegre directo a comulgar. El padre había dedicado toda la misa a mi confesión.

¿Nunca han sentido que Dios les manda un mensaje? Hoy me lo pareció a mí.

4 comments:

Nerea said...

Suele pasar que, cuando menos lo esperas, Dios hace acto de presencia de una forma extraña pero hermosa. Lo hizo ahora contigo y en qué día más hermoso que Navidad (aunque bien sabemos que Cristo no nació en diciembre) el que se manifestara ante ti o te hablara así, contestando a lo que siempre te ha causado problemas con un sacramento el día que celebramos su nacimiento se me hace un buen gesto :P por ponerlo de un modo.

Tú bien sabes que aunque creo y voy a misa no soy muy solemne cuando de Dios se trata. Tal vez por eso a mí se me ha hecho presente a través de ingleses simpáticos o de una señora que me hablaba por teléfono en mis tiempos en el Call Center :) pero sí creo que nos tiene a todos presentes y de vez en cuando nos lo recuerda, a su manera.

Emilia Kiehnle said...

Estoy convencida que Dios nos habla a cada quien en nuestro idioma.

Nerea said...

¡Exacto! :)

Alberto Tensai said...

Jeje vaya, qué interesante anécdota...

En los tiempos en que yo también me confesaba llegué a toparme con un par de padres muy interesantes también (incluso uno me revisó qué tan largas traía las uñas...), pero nada que se le compare a la bonita experiencia que aquí describes.