Monday, January 29, 2007

Encerrados en nuestra comida

“México se desmejicaniza”, escribió Salvador Novo en su Antología del pan, donde hace un breve resumen de la historia de la humanidad, utilizando el alimento que ha acompañado al hombre desde su inicio: el pan. También aprovecha para hacer una descripción de la vida cotidiana y de la cultura del México de principios del siglo XX, criticando la manera en la que nuestra gente ha ido abandonando las tradiciones de nuestro país para adoptar las costumbres americanas. Todo esto a través de la sencillez del pan.

Elegí este ensayo de Salvador Novo de entre los que nos dejaron comentar, porque, al ser una persona que disfruta mucho de la buena comida, estoy firmemente convencida de que la cultura de una población está fuertemente influenciada (si no es que definida) por los alimentos que consumen las personas que la conforman. No es lo mismo desayunar un pan tostado con mermelada y café que comer un tamal con atole. Tampoco se podría comparar el fuerte sabor de una mostaza francesa con el picor del chile mexicano.

La alimentación consiste en algo más que el simple acto de comer, pues encierra toda una idiosincrasia que se encuentra en los ingredientes que se utilizan, en el tipo de preparación de la comida y hasta en la forma en la que ésta se ingiere. Hay platillos muy refinados que se comen con una serie de cubiertos especiales para cada alimento, pero también uno se puede encontrar con unos tacos al pastor, en donde el instrumento principal para comer es la tortilla. También están los famosos palitos chinos y, en países como la India y Nepal, es costumbre comer el arroz con las manos.

Además de los distintos estilos de los alimentos, está el ambiente y el significado que cada cultura le da a sus horas de comida. Es clara la diferencia que se encuentra entre la “hora del té” de los ingleses y la ceremonia del té que hacen los japoneses. En México, la hora de la comida es un momento para pasar en familia y compartir los sucesos del día. La sobremesa, últimamente tan abandonada, tiene por objeto reposar los alimentos y descansar un poco antes de volver a las actividades de la tarde.

Desgraciadamente, en la actualidad hemos dejado de darle importancia a nuestras comidas. Especialmente en ciudades grandes como la nuestra, nos hemos acostumbrado a los alimentos chatarra y al fast fud, dejando de lado nuestros tiempos para disfrutar de la comida típica de nuestra cultura y de convivir con la gente con la que compartimos los alimentos. Pareciera incluso que despreciáramos a la comida: cada vez es más difícil encontrar un producto que no tenga en la etiqueta la famosa leyenda de “Light” y todas las revistas y programas de “salud” están plagadas de dietas que disminuyen considerablemente nuestro tipo de alimentación. La bulimia y la anorexia son enfermedades que se han vuelto preocupantemente comunes entre la juventud y que dañan profundamente a nuestra sociedad.

¿Por qué no nos damos tiempo para comer? Tenemos que recuperar nuestro tipo de alimentación, con todo lo que implica, pues nuestra comida forma parte de nuestras tradiciones y, por lo tanto, de nuestro pasado. Y hay que recordar que, quienes no tienen pasado, tampoco tienen futuro.

4 comments:

Zoon Romanticón said...

Tras haber vuelto de cenar (última comida del día) comento tu post-ensayo.

Estoy de acuerdo en que en la ajetreada cotidianeidad que nos ahoga la comida ha pasado a ser un fast service que busca mantener al organismo trabajando. Adiós a lo gourmet y a las edibles tradiciones. Es una lástima.

También comparto contigo la creencia (quizá opinión) de que la cultura gastronómica define al menos una parte de la esencia de un pueblo. El punto a tratar más adelante, pienso, debería ser cómo se ha dado esta definición en el pueblo mexicano: no pueden ser lo mismo la eterna guajolota y los infernales burritos de McDolald's. Ambos ornamentados con el sello de "comida 100% mexicana".

¿Es cultural que se desayunen burritos en un establecimiento de comida rápida, estadounidense?, ¿es que el hombre requiere sostenerse de su pasado mexicano y soñar con un futuro industrial?

Sí, en la comida podemos descubrir grandes rasgos de lo cultural. Pero también de lo globalizado.

Por eso, aunque aplaudo el ensayo y la ensayista, pediría saber más adelante: ¿qué tipo de pan come hoy el hombre?

Destination said...

1: es Fast Food...inculta (o naca)

¡Sí!! Que aumenten el recreo a 55 minutos!!! No te da tiempo de comer, volver a comer, reposar, platicar y seguir comiendo!!!

Quién dijo anorexia? Esa palabra no existe en nuestra generación (ni en África, pobres. Ya hay que ayudarlos!!! Adopten a una niña!)

Anonymous said...

chin... me dio hambre

Alberto Tensai said...

"Dime lo que comes y te diré quién eres", dirían sabiamente por ahí.

No te sientas sola, Milo, hay un grupo de europeos que se sienten igual que tú cuando de darle su tiempo al comer se trata. Ellos crearon un movimiento que defiende esta actividad sagrada de nuestra vida, conocido como "Slow Food", incluso existe ya la clasificación de "Slow City", para lugares acondicionados para disfrutar sin la terrible prisa de los hombres grises de Ende...

Por cierto, como dato curioso, el único restaurante en México que cuenta con el certificado Slow Food es el Tajín, que está en Miguel Ángel de Quevedo.

Otro dato curioso es que es el primer restaurante donde hice prácticas profesionales :p