Estaba sentada, viendo pasar al tiempo, minuto a minuto. Vivía en un mundo estrecho, bien decorado y de buen gusto, con una chimenea, libros en las repisas y flores en las ventanas. Comía bien, descansaba lo suficiente y bebía con moderación. Se ahogaba, pues lo tenía todo y, a la vez, nada.
Ese día decdió levantarse y salir de esa vida controlada y vacía. Caminó descalza por la calle mientras llovía, sin miedo a resfriarse y sin importar lo que pensaran los vecinos. Gritó, bailó y besó al muchacho de la esquina, que siempre le había gustado. Tomó una manzana del puesto de frutas y se la comió sin lavarla. Entró empapada a la tienda de música y tocó el hermoso piano de teclas inmaculadas, tarareando una vieja canción de niños. Entonces lloró.
Ese fue el último día y el primero de su vida.
Ese día decdió levantarse y salir de esa vida controlada y vacía. Caminó descalza por la calle mientras llovía, sin miedo a resfriarse y sin importar lo que pensaran los vecinos. Gritó, bailó y besó al muchacho de la esquina, que siempre le había gustado. Tomó una manzana del puesto de frutas y se la comió sin lavarla. Entró empapada a la tienda de música y tocó el hermoso piano de teclas inmaculadas, tarareando una vieja canción de niños. Entonces lloró.
Ese fue el último día y el primero de su vida.
4 comments:
Qué bella escena...
Y no sé por qué, pero la leí con la imagen pusiste en la barra lateral, y me imaginé su historia como un ballet, cuya coreografía podía transmitir estas palabras que escribes.
Qué bueno volver a leer tu literatura!
Un abrazo.
Desde que nacemos, comenzamos a morir... pero ¿debemos morir para comenzar a vivir?
Me parece que sí.
Me recordó la película de Amelie. Me gusta la frase de "Se ahogaba, pues lo tenía todo y, a la vez, nada". Tan cierta! Esperemos nunca caer en una cotidianidad así de.. ¿plana? ¡Lo irónico es que muchos le llamarían madurez!
La madurez es saber vivir como uno quiere, creo yo.
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