Sunday, January 31, 2010

Ante la muerte

Estaba sentada, viendo pasar al tiempo, minuto a minuto. Vivía en un mundo estrecho, bien decorado y de buen gusto, con una chimenea, libros en las repisas y flores en las ventanas. Comía bien, descansaba lo suficiente y bebía con moderación. Se ahogaba, pues lo tenía todo y, a la vez, nada.

Ese día decdió levantarse y salir de esa vida controlada y vacía. Caminó descalza por la calle mientras llovía, sin miedo a resfriarse y sin importar lo que pensaran los vecinos. Gritó, bailó y besó al muchacho de la esquina, que siempre le había gustado. Tomó una manzana del puesto de frutas y se la comió sin lavarla. Entró empapada a la tienda de música y tocó el hermoso piano de teclas inmaculadas, tarareando una vieja canción de niños. Entonces lloró.

Ese fue el último día y el primero de su vida.

4 comments:

E.P.S. said...

Qué bella escena...

Y no sé por qué, pero la leí con la imagen pusiste en la barra lateral, y me imaginé su historia como un ballet, cuya coreografía podía transmitir estas palabras que escribes.

Qué bueno volver a leer tu literatura!


Un abrazo.

E.P.S. said...

Desde que nacemos, comenzamos a morir... pero ¿debemos morir para comenzar a vivir?

Me parece que sí.

Unknown said...

Me recordó la película de Amelie. Me gusta la frase de "Se ahogaba, pues lo tenía todo y, a la vez, nada". Tan cierta! Esperemos nunca caer en una cotidianidad así de.. ¿plana? ¡Lo irónico es que muchos le llamarían madurez!

Emilia Kiehnle said...

La madurez es saber vivir como uno quiere, creo yo.