Monday, September 21, 2009

Sobre el sentido del dolor


28 de Marzo de 1941

Querido,


Estoy segura de que, de nuevo, me vuelvo loca. Creo que no puedo superar otra de aquellas terribles temporadas. No voy a curarme en esta ocasión. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor. Tú me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todo momento todo lo que uno puede ser. No creo que dos personas hayan sido más felices hasta el momento en que sobrevino esta terrible enfermedad. No puedo luchar por más tiempo. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. Te das cuenta, ni siquiera puedo escribir esto correctamente. No puedo leer. Cuanto te quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte... todo el mundo lo sabe. Si alguien podía salvarme, hubieras sido tu. No queda nada en mí salvo la certidumbre de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.

No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que nosotros hemos sido.

28 de Marzo de 1941


Querida,

No puedes imaginarte lo mucho que me ha gustado tu carta, pero siento que he ido demasiado lejos en esta ocasión para que pueda volver. Es lo mismo que la primera vez: todo el tiempo oigo voces, y sé que no puedo superar esto ahora. Todo cuanto quiero decir es que Leonard ha sido sorprendentemente bueno cada día, siempre; no puedo pensar que alguien hubiera podido hacer más de lo que ha hecho por mí.
Hemos sido perfectamente felices hasta las últimas semanas, cuando este horror empezó. ¿Harás que esté seguro de esto? Siento que le queda mucho por hacer y que seguirá adelante, mejor sin mí, y que tú le ayudarás. Apenas si puedo pensar con claridad ya. Si pudiera te diría cuánto habéis significado tú y los niños para mí. Creo que lo sabes.

He luchado contra esto, pero ya no puedo más.


Virginia



Son las dos cartas que Virginia Woolf escribió antes de ahogarse voluntariamente en el río Ouse. La primera era para su esposo Leonard, la segunda para su hermana Vanessa.

Llevo varios días pensando en Virginia. A diferencia de muchos, no creo que haya sido una mujer deprimente y negativa. Sencillamente pienso que era una persona enormemente apasionada y sensible que sufrió la desgracia de un maltrato sexual (fue violada por su primo o hermanastro, no recuerdo bien) y una frágil salud que la atormentó durante toda su vida. Creo que ella intentó ser feliz, y lo logró. Quizás sus escritos no sean los más alegres de la literatura, pero sé muy bien que las letras no siempre definen del todo al espíritu que las crea.

He pensado en ella porque he pensado en mí también. Mi enfermedad me hizo identificarme con ella en un pequeño aspecto. Entiendo perfectamente lo que se siente no soportarse a uno mismo. Sé lo que es querer pensar, pero sentirse demasiado débil. Sé lo que es querer vivir, disfrutar, producir... y darte cuenta de que tu cuerpo no te lo permite. Ayer, mientras me retorcía de dolor en mi cama y lloraba de desesperación por el mareo que duró horas eternas, llegué a pensar: "ahora entiendo, Virginia, por qué te suicidaste".

Lo pensé, es verdad. Sin embargo, creo que jamás cederé ante la desesperación. No me lo permitiré, aunque sienta que el dolor es insoportable. Prefiero llorar, sufrir y rezar. Si Dios permite este mal, debe ser por algo. Espero que saque un gran bien de esto, pues sólo así valdría la pena; sólo así tendría sentido.

4 comments:

E.P.S. said...

Sobre lo que he leído de Virginia, ella sí tenía trastornos bipolares, era maníaco-depresiva. No creo que solamente la violación por parte de su pariente haya contribuido a ello, sino la relación nada afectiva por parte de su padre y otras cosas... Aunado a eso, era una mujer, como bien dices, extremadamente sensible e incisiva. Esa pasión, esa sensibilidad y ese talento no están determinadas con sus patologías, pero sí creo que ese profundo sentir haya influido en su obra.

Y tú, ¿estás libre de esas enfermedades del espíritu? no le des tantas vueltas a los dolores, sino concéntrate en tu propia recuperación.

Emilia Kiehnle said...

Pues, que yo sepa, no soy maniaco-depresiva. No estoy centrada en la enfermedad y no tengo ánimos suicidas bipolares. También había leído que Virginia los tenía, por eso se ahogó. Sin embargo, incluso ella, desesperada, creía en el amor.

Tan sólo quería decir que, cuando el dolor es casi insoportable, cuando uno ya está tan exhausto que la muerte parece una mejor opción que seguir sufriendo, el dolor puede adquirir un nuevo sentido. No se va, Elena, aunque uno tenga la mejor disposición para recuperarse. Sigue ahí, punzante y enloquecedor, pero se mitiga la locura y se encuentra algo de paz si uno logra darle un significado más allá de la pura pena.

No sé para Virginia, pero para mí el dolor puede cobrar sentido.

E.P.S. said...

Eso no lo dudo, Emilia. Tampoco era mi intención insinuar que tuvieras esas enfermedades. No le des ese sentido a mi comentario porque no lo tiene.

Lo que quiero decir es que tal vez ella no tuviera opción al abrazarse a la desesperación. Sé que tú no estás en esas circunstancias y que saldrás adelante. Yo entiendo con "darle un sentido al dolor" en la actitud positiva que tomes ante él. En la voluntad de vivir. Así sucedió con Frankl en "El hombre en busca del sentido" ¿recuerdas?


La verdad no sé qué tanto estés sufriendo, por eso perdóname si no me expresé bien. Mi intención es optimista, a la vez, algo dura: concéntrate en recuperarte, en estar en sintonía con tu cuerpo, en recuperar la salud. Tal vez los dolores del cuerpo te obnubilen esos pensamientos. Pero mucho de la salud del cuerpo depende de los buenos pensamientos, de la salud del alma. Lo único que quiero decir, insisto, es que trates de ver más allá. De encontrar ese sentido del dolor, como bien dijiste tú.

Bueno, amiga, por favor no te molestes por mis palabras, que no pretenden dañarte. Ni veas tampoco malintencionalidad en ellas. Tómalas como te digo ahora en este comento en el que pretendo explicarme.


Un abrazo y mis mejores deseos.


Ele.

E.P.S. said...

P.s. El sentido del dolor no está en el dolor mismo, sino en la actitud que tomemos ante él. Como bien dices, la actitud del amor es lo que da sentido al dolor. Aunque Virginia amara, cayó en brazos de la desesperación por su locura.

Ya, sólo me faltó aclarar que sí entendí esa diferencia.