Monday, April 09, 2007

Viviendo en Nunca Jamás




Soy una gran fan de los cuentos de Hans Crhistian Andersen. No puedo evitarlo. Desde niña me sedujo con la historia de los cisnes salvajes, salvados por su bondadosa hermana Elisa, y con su sirenita que, por amor al príncipe, decide convertirse en espuma blanca del mar.

Cuando era chica, mi mamá, mujer amante de la cultura y adicta a la palabra escrita, acostumbraba leernos cuentos a mí y a mis hermanos antes de dormir. Desde los clásicos, como Blancanieves y Caperucita Roja, hasta los modernos y chistosos, como las aventuras de Quique Botana y su pandilla.

También recuerdo a mi abuelita, la cual nos contaba sus propias versiones de los cuentos cuando nos quedábamos a dormir en su casa. A ella siempre le han gustado las historias de acción y le fascinan las películas de Swartzenegger y Van Dame, por lo que disfrutaba enormemente contándonos los cuentos originales, en donde la suegra de la Bella Durmiente resulta ser un ogro malvado que desea cocinar a sus nietos y las hermanastras de la Cenicienta se cortan un talón o un dedo del pie para que les entre la zapatilla de cristal. Sin embargo, también tenía su lado amable, pues, además de sus gustos extravagantes, goza de una imaginación prodigiosa. Así pues, cuando se le acabó su repertorio de cuentos brutales, comenzó a inventar los propios. Muchos de ellos iban acompañados de alguna enseñanza moralizante, porque, al fin abuela, tenía muy clara su responsabilidad de educadora para con nosotros.

Sea como sea, desde pequeña aprendí que la mejor forma de conocer al mundo y al hombre, es a través de los cuentos. Empecé a seguir las historias con los dibujos, algunos bonitos y otros no tanto, hasta que pude leerlos por mí misma. Primero me acerqué a los libros de fábulas, los cuales me brindaron varias horas de deleite y diversión, pues, a diferencia de Francisco Monterade, a mí ya no me tocó tener que memorizar los versos de “La cigarra y la hormiga” en francés, sino que pude leer libremente en español, en prosa y en una letra tamaño veinte.

Entonces conocí las películas de Disney y mi heroica sirenita de cabellos dorados se convirtió en una sirena rebelde de melena roja. Aún así, seguí disfrutando de historias maravillosas y conmovedoras que me alejaban del mundo y me acercaban a él al mismo tiempo.

Ahora mis libros de cuentos se encuentran medio abandonados en un librero. De vez en cuando, los rescato del olvido, les quito el polvo y vuelvo a experimentar, a veces con nostalgia, las historias de mi niñez. Me sorprende, por otro lado, que mientras yo todavía soy capaz de emocionarme con el Patito Feo, las generaciones que vienen debajo se aburren si no ven unos cuantos disparos y, de preferencia, sangre que se vea “real”. Y escribo “ven”, porque ya no son capaces de escuchar un cuento narrado por un cuentista. Son niños hechos con imágenes y ya no entienden nada si no es a través de efectos audiovisuales.

Entiendo que los tiempos cambian y que todos crecemos con los avances y la tecnología de nuestra época, pero aún no puedo resignarme a perder el recuerdo de la voz de mi mamá por las noches, los hermosos dibujos de los libros o las apasionantes aventuras narradas por mi abuela. En especial cuando me siento a ver una nueva película de Pixar (la que sea) tan computarizada, tan sosa y tan carente de valores o ideas profundas. Yo confío en que los niños de ahora son tan inteligentes y capaces como lo fuimos nosotros, pero pareciera que los caricaturistas (si es que se les puede llamar así todavía) creen que las películas infantiles deben ser estúpidas para que los niños las puedan entender.

Pero qué sé yo de estas cosas. A fin de cuentas, tan sólo soy una joven que todavía cree en los cuentos de hadas.

7 comments:

Unknown said...

Sigue creyendo! Quiero pensar que es contagioso :D Te imaginas una epidemia así? Que venga!

Alberto Tensai said...

Tienes razón: los niños no han perdido su capacidad de escuchar historias. Es sólo que ya nadie se las cuenta.

Tengo que decir algo en favor de Pixar, sin embargo: Buscando a Nemo es una película brillante que, además de contener valores para los niños, tiene una valiosa, muy valiosa lección para los padres. ¡No cualquiera! (¡Viva Nemo!)

Pero en general comparto tu opinión sobre las últimas animaciones gringas (ya sean películas o series de caricaturas)... ni siquiera se molestan en dibujar decentemente.

E.P.S. said...

Soy otra niña que no sólo sigue creyendo en los cuentos de hadas, sino que también los vive.

Yo también recuerdo lo que significaban los cuentos de hadas cuando era niña, pero creo que mientras crecemos los vamos resignificando. Pensemos en ésto: ¿Quién escribe los cuentos de hadas? Adultos que no se han olvidado de lo que era ser niños.

Blascone said...

Ahh!!! Los cuentos de hadas!! Creo que la infancia no está completa sin ellos, y es por eso que los niños quieren hacer cosas de adultos a tan pequeña edad... porque sin esas historias fantaseosas de vez en cuando ¿qué chiste tiene ser niño?


Jajaja bueno, eso fue un poco exagerado...

Zoon Romanticón said...

En cuestión de fantasía la mejor definición, pienso, la tiene Ende.

Sólo puedo comentar algo, en este espacio, al respecto de tu texto y eso es que, aún en el exagerado posmodernismo en que nos ahogamos, los cisnes siguen viviendo, siguen volando y siguen salvando una que otra alma.

Me consta, ¿recuerdas? El otro día vi elevarse a uno...

Anonymous said...

lo realmente fantastico es que uno siga pensando que son cuentos.

convivimos a diarios con todo tipo de creaturas, enanos, vampiros, gigantes, hombres sapo, heroes, princesas...

no son cuentos, son historias verdaderas, son reales, es solo que aveces preferimos pensar que son solo imaginarios.

saludos.

Atte: El hombre camaleón

pajaro de fuego said...

yo tambien creo en las hadas, ¿y?.
el otro dia en la acemia de estudios habia un niño pequeño al que le mandaron escribir el titulo de un cuento que hubiera leido y le hubiera gustado, el niño tardó en reaccionar y todos le dimos el empujón le preguntamos por algunos cuentos populares,¡el niño no conocia a caperucita ni a otro personaje que no hubiera visto en peliculas!la profesora le dijo "¿ no tienes ningun héroe del que hayas leido su historia?" el niño respondió "ah,eso sí, spiderman".
yo cuando estaba de encargada en el autobus del colegio y como el viaje era de media hora, los niños querian dormirse, y yo les contaba cuentos a los mas pequeños, pero tambien escuchaban niñas de 12 años aunque ellas no querían ser vistas.