Saturday, January 18, 2014

God's palace


"Imagine yourself as a living house. God comes in to rebuild that house. At first, perhaps, you can understand what He is doing. He is getting the drains right and stopping the leaks int he roof and so on; you knew that those jobs needed doing and so you are not surprised. But presently He starts knocking the house about in a way that hurts abominably and does not seem to make any sense. What on earth is He up to? The explanation is that He is building a quite different house from the one you thought of -throwing out a new wing here, putting on an extra floor there, running un towers, making courtyards. You thought you were being made into a decent little cottage: but He is building a palace. He intends to come and live in it Himself." 
- C.S. Lewis

Entiendo -desde hace tiempo lo hice- que la vida no puede ser absolutamente pacífica. Puede haber momentos de paz, eso es cierto, puede haber temporadas de tranquilidad, pero hay que tomarlas como lo que son: períodos de descanso y de recuperación de nuevas fuerzas, pues la lucha continúa y tenemos que estar preparados.

Una visión así de la vida, como una guerra constante, puede sonar terrible y deprimente, pero no es así, al menos no como yo la entiendo. Una vez que acepté que el dolor no es algo de lo que tenga que huir desesperadamente, sino que es algo que puedo aceptar como consecuencia de la guerra/demolición, se volvió más soportable. Porque entonces entendí que la guerra va a tener un fin y tenemos la victoria asegurada. Después de la demolición habrá un espléndido palacio lleno de Dios: la paz de hecho vendrá, lo único que tenemos que hacer es aprender a esperarla con fortaleza, confianza y humildad. Y en esa misma esperanza de la paz, ya hay algo de anticipación de la misma. 

Así aprendí que en la misma experiencia del dolor se encierra la experiencia de la paz. Por eso puedo sentir que el alma se me parte con la ausencia de mis niños, y al mismo tiempo llenarme de una profunda y tranquila alegría al saber que son felices y plenos, y de que sólo tengo que esperar para volver a verlos. 

[Y en esa esperanza hay algo de anticipación...]

El bien de poder saberlos y sentirlos bien es infinitamente superior al mal de su ausencia corpórea. No es que no duela -duele como ningún otro dolor que haya experimentado en mi vida-, pero ese "doler" se vuelve poco importante.

Suena a cliché y no puede sonar de otra manera, porque las palabras no bastan para describir sensaciones tan fuertes, pero es la verdad. Puedo ser feliz en esta vida porque aprendí a aceptar y a enfrentar su dolor. No sé qué clase de palacio está construyendo nuestro Señor conmigo, pero confío en Él y sé que cuando termine va a ser algo que jamás me imaginé que pudiera existir; y me va a encantar. 







3 comments:

Nerea said...
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Nerea said...

"God doesn't hate us. If He did, He wouldn't have made our hearts so brave"
Ya te la había dicho antes, pero este texto me lo recordó mucho.

Emilia Kiehnle said...

Sí, recuerdo la frase. Gracias ;)