Monday, November 30, 2009

Number people


"Las personas mayores aman las cifras. Cuando les habla uno de un nuevo amigo nunca te preguntan de cosas esenciales. Jamás te dicen: "¿Cómo es su voz? ¿Cuáles son sus juegos favoritos? ¿Colecciona mariposas?" En cambio, te preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto gana? ¿Cuánto gana su padre?" Y, al obtener las respuestas a estas preguntas, creen ya conocer a las personas. Si decimos a los adultos: "He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo...", ellos no pueden imaginarse dicha casa. Es necesario decirles: "He visto una casa de cien mil francos". Sólo así exclaman: "¡Qué hermosa es!"

Si les dices por ejemplo: "La prueba de que el principito existió es que era encantador, que reía, que era hermoso y que quería un cordero", no lo entienden ni lo creen. Querer un cordero es prueba de que existe, entonces se encogerán de hombros y dirán que uno se comporta como un niño. Si, en cambio, se les dice: "El planeta de donde venía es el asteroide B-612", entonces quedarán convencidos y no harán más preguntas. Es así como son las personas mayores. Y no hay que reprocharles. Los niños deben ser muy condecendientes con las personas mayores."


- El principito, Antoine de Saint-Eupéry

Monday, November 16, 2009

Aún no

Me duele el ánimo, el espíritu me pesa y el hartazgo me corroe, pero esa estúpida esperanza no me deja en paz.

Friday, November 13, 2009

Cuando Tolkien habla de Dios

La primera vez que leí El señor de los anillos, la parte que más disfruté fue la que acontece en las casas de curación. Tristemente, en las películas a penas y le dedicaron un breve instante (y tan sólo en las versiones extendidas, porque en el cine se la saltaron olímpicamente). Sin embargo, en el libro está narrada de una manera preciosa, valdría la pena que lo leyeran (o que lo repasaran, los que ya lo leyeron).

Me gusta mucho porque el regreso del rey no es un momento de gloria y resplandor deslumbrante, sino un momento de oscuridad atravezado por un humilde rayito de luz. Aragorn siempre temió caer ante la tentación de la soberbia y la sed de poder, pero cuando llega su momento, deja el miedo atrás. Es un instante hermoso, pues él se hace el rey legítimo no porque sea grande, famoso, temido o reconocido, sino porque cura. Los hombres lo reconocen como su rey porque cumple con la profesía, porque él tiene "las manos que sanan" las heridas del cuerpo y del espíritu.

Es bellísima la escena en la que sana a Faramir y éste despierta, cual Lázaro, y le dice: "Me has llamado, mi Señor, He venido. ¿Qué ordena mi rey?". Es el primero en reconocerlo y el primero en recibir un mandato: "No sigas caminando en las sombras. ¡Despierta!"

Entonces llega con Éowyn, y logra sanar su cuerpo y despertarla "del valle de las sombras", pero Aragorn se preocupa, pues sabe que él no puede sanarla de su desesperanza. Éowyn desea morir, y él no conoce la cura para eso. Éowyn tarda mucho en curarse. Sólo hasta que se da cuenta de su pequeñez (y, por lo tanto, de su grandeza), es que vuelve a abrirse al mundo.

La Dama Blanca soñaba con un abismo negro frente a ella y no podía voltear hacia atrás. Sentía que lo único que le quedaba era abandonase a la oscuridad. Sin embargo, se encuentra con Faramir y ese pequeño rayo de luz la ilumina. Ella decide romper su orgullo, renuncia a sus aspiraciones de princesa guerrera y le dice a Faramir: "Ya no deso ser una reina".

En el momento en el que abraza la paz, Éowyn se libera y puede amar a Faramir y comienza a preocuparse por su gente. Me encanta, pues descubre que la verdadera libertad no está en la independencia y la rebeldía, sino en la entrega a los demás. La valentía de una auténtica dama guerrera no consiste en arrojarse a la muerte, sino en arriesgarse a vivir.