Monday, March 09, 2009

Un día como cualquier otro



Se levantó una mañana como cualquier otra. Se metió a bañar, se vistió, se puso los lentes de contacto y se peinó. Luego salió a vivir. 

El día siguiente fue lo mismo. El que le vino a ese también. Pasaron muchos días, quizás años. Cada vez, se miraba al espejo para arreglarse, para pintarse o depilarse las cejas. Constantemente tenía cuidados para que su rostro se viera agradable y estético. 

También veía su cuerpo, todos los días, en el enorme espejo del baño. 

Un día, sin embargo, mientras se peinaba frente al espejo, se le ocurrió verse a los ojos. No fue un "verse" como cualquier otro día, sino que se descubrió a sí misma dentro de sus pupilas. Se quedó estática durante unos minutos, mirándose. Por un instante, se sintió desnuda. Incluso le dio un poco de miedo, pero no quería dejar de verse. Estaba como hechizada. 

Nunca sabremos qué fue lo que vio aquél día, pero desde entonces ve más allá de las cosas. Es como si hubiese obtenido una especie de poder de penetrarlo todo. 

Desde ese día, Emilia ve a los ojos de las personas como si fueran espejos. 

3 comments:

Unknown said...

Ok, yo soy el vanidoso claro no??? jajaja, me gustó mucho está "pro" jaja, cuídate.


Edgar estuvo aquí

Emilia Kiehnle said...

Al fin, jeje. Pensé que nunca me ibas a comentar, jaja.

Alberto Tensai said...

El despertar... Esos momentos tan sencillos e importantes en nuestras vidas nos llegan sin gran aviso y se van sin mucho escándalo.