Wednesday, November 29, 2006

El poder de las palabras

-¿Emperador Cuzco?

-Sí, ¿a quién esperabas?

-Es que... no luce como emperador.

-¿Luce? ¡Hablas como película doblada!

Todo aquel que reconozca el diálogo recordará los viejos tiempos, cuando las películas para niños tenían un vocabulario más formal y elevado que las de ahora. A lo mejor no lo entendíamos del todo, pero gracias a eso adquiríamos un mayor conocimiento (¡éramos niños cultos!).

Hoy en día, con ese afán de "hacer accesible" la información para la gente en general, se ha simplificado mucho el vocabulario. Tanto el lenguaje de las películas como el jurídico, el filosófico y el científico han sufrido modificaciones por esta nueva corriente. En esto tienen mucho que ver los medios de comunicación, que se han dedicado a reducir la complejidad de la realidad a tópicos, ideas o slogans ampliamente difundidos en la sociedad. El problema es que, muchas veces, al intentar simplificar un concepto complicado, se pierde el significado profundo de éste. Como bien dice el escritor español José Ramón Ayllón: "la sencillez no siempre refleja la verdad: para muchos norteamericanos, los españoles somos toreros o guitarristas, y todas las españolas bailan flamenco".

Cuando se intentan transmitir altos contenidos culturales o éticos de manera simplificada puede haber peligrosas consecuencias. Por eso en la actualidad términos como la tolerancia y el respeto se entienden como indiferencia, la ruptura de los compromisos y la desvinculación de toda responsabilidad se identifican con la libertad y se confunde el carácter relativo de la verdad con el relativismo.

Todas estas ideas han sido hábilmente esparcidos entre la gente para manipular a la sociedad por pequeños grupos que buscan sus propios intereses. La única manera de no caer en esto es lo que yo llamo la "resistencia mental". No dejemos que nos gane la flojera: hay que seguir pensando; formarnos una mente crítica y no tragarnos toda la porquería que intentan meternos a diario en los comerciales, noticias y slogans publicitarios. Hay que ser verdaderamente libres: libres pensadores.

Tuesday, November 28, 2006

Sabotaje.



Tener que decir dos palabras
es como escribir un soneto.

Querer expresar todo un mundo
uniendo sílabas, uniendo espíritus:
iniciando en cuatro estrofas
escribiendo catorce versos
robando las dulces ideas
o componiendo un nuevo enredo.

(Si se nota que no dije nada, es culpa de Poncela y de cierto sabotaje).

Sunday, November 26, 2006

Goethe




Wer den Dichter will verstehen
muss in Dichters Lande gehen.

Saturday, November 04, 2006

When the soul wants... the soul waits



-¿Quién eres?- preguntó el principito-. Eres muy lindo.
-Soy un zorro- dijo el zorro.
-Ven, vamos a jugar- le propuso el principito-. Me encuentro muy triste...
-No puedo jugar contigo- dijo el zorro-. No estoy domesticado.
-¡Ah! Perdón- dijo el principito.
Pero después de refexionar, agregó:
-¿Qué significa domesticar?
-Tú no eres de aquí- dijo el zorro-. ¿Qué es lo que buscas?
-Busco a los hombres- dijo el principito-. ¿Qué significa domesticar?
-Los hombres- dijo el zorro- tienen rifles y cazan. Es muy molesto. También crían gallinas. Ése es su único interés. ¿Tú también buscas gallinas?
-No- dijo el principito-. Yo sólo busco amigos. Pero dime, ¿qué significa domesticar?
-Es algo demasiado olvidado- dijo el zorro-. Significa crear lazos.
-¿Crear lazos?
-Sí- dijo el zorro-. Para mí tú eres sólo un muchachito igual a otros muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. Yo sólo soy un zorro como cualquier otro. Pero si tú me domesticas, tú necesitarás de mí y yo de ti. Serás para mí único en el mundo. Y yo también seré para ti único en el mundo.
-Empiezo a entender- dijo el principito-. En mi planeta hay una flor y creo que me ha domesticado.
-Es posible- dijo el zorro-. ¡En la Tierra se ven toda clase de cosas...!
-¡Oh! no es en la Tierra- dijo el principito.
El zorro pareció muy interesado:
-¿En otro paneta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-Eso es interesante. ¿Y hay gallinas?
-No.
-No hay nada perfecto- suspiró el zorro.
Pero el zorro volvió a su idea.
-Mi vida es monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas son muy parecidas y los hombres son también muy parecidos entre sí. Así que, como verás, me aburro un poco. Pero si tú me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos hacen que yo me esconda bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de mi madriguera, como una música. Y además, mira. ¿Ves allá, los campos de trigo? Yo no compro pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. Es algo triste. Pero tú tienes los cabellos de color del oro. Cuando me hayas domesticado, será algo maravilloso. El dorado trigo será un recuerdo de ti. Y me gustará mucho el ruido del viento en el trigo...
El zorro permaneció en silencio y observó por largo rato al principito.
-Domestícame, por favor- dijo el zorro.
-Quisiera hacerlo- dijo el principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen las cosas que se domestican- dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Las cosas se compran ya hechas a los mercaderes. Pero como no existe nungún mercader amigo, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
-¿Qué hay que hacer?- dijo el principito.
-Bueno, hay que ser muy paciente. Al principio te sentarás un poco lejos de mí, así, en la hierba.Yo te echaré un vistazo y tú no dirás nada. La palabra es la fuente de malentendidos. Pero conforme pasen los días, te sentarás cada vez más cerca.
Al día siguiente el principito volvió.
-Es mejor que siempre vengas a la misma hora- dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Conforme avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado y un poco inquieto, sólo así descubriré el precio de la felicidad. Pero si vienes a cuelquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Tú sabes, los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito?- dijo el principito.
-Eso también es algo complicado- dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de otro; un hora diferente de otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. El jueves es un día maravilloso. Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores no tuvieran un día fijo para bailar, todos los días serían iguales y yo no tendría vacaciones.
Fue así como el principito domesticó al zorro. Mas cuando llegó el día de la partida, el zorro dijo:
-Voy a ponerme a llorar.
-La culpa es tuya- dijo el principito-. Yo no quería causarte ningún mal, pero tú quisiste que te domesticara.
-Sí- dijo el zorro.
-Pero vas a llorar- dijo el principito.
-Sí- dijo el zorro.
-Pero no ganas nada.
-Sí gano algo: ahora el color del trigo es más agradable.


-Antonie de Saint Exupéry,
El Principito