Thursday, January 29, 2015

El peor mal

Es mucho peor cometer un mal que recibirlo. Al ser víctima, al menos te queda tu integridad. El dolor puede ser terrible, pero la conciencia queda tranquila. En cambio, cuando uno cede ante la debilidad, la cobardía o el vicio y genera dolor a otros, uno se rompe un poco por dentro. 

Asquearse de uno mismo es el peor tipo de dolor que he experimentado.

Tuesday, January 13, 2015

Escribirle a Dios

"Creo que he alcanzado, si no cierta sabiduría, quizá cierto sentido común. Me considero un escritor. ¿Qué significa para mí ser escritor? Significa simplemente ser fiel a mi imaginación. Cuando escribo algo no me lo planteo como objetivamente verdadero (lo puramente objetivo es una trama de circunstancias y accidentes), sino como verdadero porque es fiel a algo más profundo. Cuando escribo un relato, lo escribo porque creo en él: no como uno cree en algo meramente histórico, sino, más bien, como uno cree en un sueño o en una idea."
-Jorge Luis Borges

Estas vacaciones he vuelto a escribir mucho. No en blogs, sino en mis diarios personales. "Diarios" en plural, porque, por alguna razón, nunca he podido tener nada más uno. Tengo diferentes cuadernos de diferentes estilos y escribo en ellos según se me antoja. Hay días en los que siento ganas de escribir en hoja blanca con pluma fuente; hay días en los que me expreso mejor en las líneas con un poco de tinta china; y hay días en los que el papel reciclado y un simple bolígrafo son lo más adecuado. Supongo que depende del ánimo y de cierto placer físico que se obtiene al escribir sobre y con materiales diferentes.

He notado que últimamente mis escritos parecen más oraciones que reflexiones personales: estoy dialogando con Dios en mis cuadernos. Desde que lo hice por primera vez, me volví adicta a esta forma de usar mis letras. Ya no me gusta escribir sin un interlocutor, y Dios es muy bueno para escuchar mis desvaríos. Incluso a veces me contesta a través de mi propia pluma.

Originalmente no fue un ejercicio consciente, pero ahora se está volviendo una costumbre, esto de rezar por escrito. Le encuentro muchos beneficios. Uno de ellos, es que me ayuda a confiar en la providencia. Cuando leo diarios viejos, en los que cuento mis problemas e incertidumbres de hace algunos meses, me doy cuenta de que las cosas terminaron por solucionarse mucho más rápido y fácil de lo que pensaba en su momento. Escribirle a Dios me abre mucho, también. Me he vuelto muy sincera con mis letras. Como dice el buen Borges, ya no escribo para reproducir hechos nada más, sino principalmente para ser fiel a la verdad, para ser fiel a lo que creo.

Otra de las bondades de este ejercicio, y quizás la que más disfruto, es que me ayuda a recordar que Dios es persona. Dedicarle mis letras -y recibir sus respuestas por escrito- me ayuda a profundizar en mi relación con él y a evitar la tentación de pensarlo como un ente abstracto y alejado de mi vida cotidiana. Me siento acompañada, escuchada, comprendida... amada. 

La única desventaja que le encuentro a esto es que ahora se me está complicando rezar de otras formas, sobre todo con oraciones "hechas", como el Padrenuestro. Las digo, pero no las siento ni pienso demasiado. A lo mejor si las escribo podrían volver a significar algo. Habrá que hacer el experimento.