Wednesday, February 22, 2012

Moscas a las heridas



"Dios envía moscas a las heridas que Él debería curar", dice una frase de la película El árbol de la vida de Terrence Malick. No sé si es un pasaje de la Biblia, algún dicho popular o simplemente un invento del propio Malick; la verdad es que nunca la había escuchado, pero me caló profundamente.

Si hay algo que he aprendido desde mi conversión, es que Dios suele guardar silencio en los momentos de mayor obscuridad. Cuando más nos sentimos perdidos, cuando más lo necesitamos, Él no parece estar presente. Y es curioso que precisamente en esos momentos de desesperación, cuando parece que rezar no sirve de nada, es cuando se nos brinda la oportunidad de fortalecer nuestra fe. La esperanza que siente el hombre que se ahoga en el fondo del pozo es más tangible que la del que disfruta de la tranquilidad de la naturaleza. Y es que el hombre está llamado a algo más que la simple naturaleza.

Hace unos días vi la película From the sky down, un documental sobre cómo se formó el álbum Achtung Baby de U2 (está genial, si pueden, véanla). Una parte de la película me hizo pensar mucho en el valor de la espera, cuando los integrantes de esta famosa banda de rock cuentan cómo ninguno se sentía bien consigo mismo ni con el resto del grupo. Todos estaban hartos, cansados y no veían cómo salir de su desesperación. La única opción aparentemente viable era separarse. Se juntaron una última vez para grabar un disco de despedida, pero ni siquiera ese último intento les salía bien. Pasaron mucho tiempo sufriendo ese hartazgo y esa depresión. Ellos mismos describen ese período como "una larga y fría existencia".

Sin embargo, esperaron, y lograron salir de ese momento depresivo y continuar con su trabajo y con sus vidas. Y pudieron hacerlo, no porque Dios les contestara (porque seguramente lo necesitaron con desesperación en esos días), ni tampoco porque se auto-motivaran y encontraran el optimismo luchando por alcanzarlo. Simplemente supieron esperar. Tuvieron la esperanza de que las cosas iban a mejorar, aunque no sabían cuándo ni cómo.

No sé si ellos interpretarían su vivencia desde esta perspectiva, pero a mí en lo personal me hace mucho sentido. Hay ocasiones en las que la salvación no depende de las fuerzas de uno mismo para actuar: basta con esperar y estar abiertos al cambio. Con esa simple apertura se puede cambiar todo, incluso cuando las moscas acuden a las heridas.